Del año 1987 al 1992 tuve distintas experiencias. Una vez estaba en la cama, acababa de acostarme, cuando de pronto y con la luz apagada salió una luz de la nada, es decir, de la pared de enfrente que me cegaba, y al encender la luz de la habitación desaparecía, volvía a apagarla y volvía la luz cegadora, estaba solo y decidí irme a dormir casa de mis padres.
En otra ocasión, mientras dormía en casa de mis padres, ya que en mi casa estábamos de obras, aparecieron unos puntitos de luz en la habitación tomando forma, la forma de Cristo. Este cogió una madera del suelo y me la coloco en la mano, supongo que aquello fue para que viera que no era un sueño.
En otras ocasiones tuve una visión. Una de las cosas que le ocurrió a Cristo cuando vino a la tierra… Cristo luchaba con una gran bestia sobre la cual le llevaba ventaja, pero en un descuido de este la bestia le arrebató su arma, y se apodero de él……
Y así muchas otras cosas me sucedieron hasta el año 1992, fecha en la que saqué muchas conclusiones de todo lo anterior.
En el año citado (1992), el 2 de mayo concretamente, en un descampado a una baja altura aparecieron dos esferas perfectas de luz blanca, a unos 20 metros de altura, estuvieron sobre una hora dibujando un ocho, eran muy grandes (de tres a cuatro metros de diámetro). Al rato de estar viendo esta maravilla se volvieron invisibles y desaparecieron.
Desde el 2 al 8 de mayo de ese mismo año, por las noches, una presencia extraña me despertaba sobre las cuatro de la madrugada. Notaba que me hablaban dentro de mí, notaba también gran olor a perfumes, como si fuesen rosas, y me daba por escribir muchas de las cosas de las que percibía en mi interior (ver escrito metafísico). Algo no me cuadraba de lo que me estaba sucediendo ya que en mi interior escuchaba dos voces, distinguiendo estas como positiva negativa. La negativa me daba malos consejos y la positiva me decía: ¡aguanta, guanta! Así estuve una noche detrás de otra, me empezaba a encontrar muy mal. Al fin, la noche del 7 al 8 de mayo de 1992, de madrugada, de súbito desperté y vi que me había recuperado, volvía a ser yo mismo. Sentí entonces como una luz tomaba todo mi cuerpo (ver la luz en el cuadro del padre y del hijo), y también como un fluido eléctrico me recorría de arriba a abajo, quedando mi consciencia en un segundo plano viendo y escuchando todo lo que ocurría… despertó a mi mujer y le dijo (era la luz la que hablaba, no yo): “soy La Luz”. No era mi voz. Mi mujer, asustada, le preguntó: “¿eres Dios?” La Luz respondió: “no soy Dios, soy La Luz”. Empecé a hacer gestos muy raros, como abrir las palmas de las manos y ponerlas mirando hacia el cielo… recibiendo información.
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